viernes, 2 de marzo de 2012

Una imagen vale más que mil palabras



                Sustantivos como guerra, pobreza, violencia, destrucción son palabras que oímos de vez en cuando en la televisión y en la radio o que leemos en los periódicos… Son palabras que captan nuestra atención ya sea por empatía, tristeza, rabia pero que tienen un alto nivel connotativo. ¿Quién no ha pensado alguna vez en la imagen de la niña del napalm cuando ha leído la palabra guerra o en la niña de ojos verdes  de National Geographic cuando ha leído pobreza? Ambas son fotografías que forman parte de la historia y que nos han hecho reflexionar sobre la realidad e incluso en algunos casos cambiarla. Esto es precisamente lo que busca James Natchwey con sus fotografías. Las utiliza como método de protesta para incitar a otros a que protesten, a que cambien las cosas y no se conformen: “Lo lograré, con mis imágenes lograré convencer a la gente”.


                El documental War Photographer  retrata la  vida del fotógrafo James Natchwey, el duro sacrificio que supone su profesión y la increíble dedicación con la que realiza su trabajo. Utilizando un curioso plano de situado por encima del objetivo de la cámara del fotógrafo el documental se desarrolla de manera dinámica y  permite al espectador sentir y entender las emociones y sentimientos del propio fotógrafo. Se superponen dos realidades totalmente distintas, la de Natchwey fotografiando países en conflicto y la de la redacción de la Stern Magazine en la que la el equipo de diseño decide qué fotografías utilizar en su publicación.


                James Natchwey decidió emprender el viaje de la fotografía tras haber visto  las impactantes imágenes que empezaron a publicarse sobre la Guerra de Vietnam. En sus comienzos no se sentía del todo seguro y pensaba que debía convencer a los demás de que era la mejor elección pero al final llegó a la conclusión de que primero debía convencerse a sí mismo. Desde entonces  ha fotografiado guerras, países del tercer mundo y conflictos sociales. Su pasaporte está repleto de sellos de El Salvador, Nicaragua, Guatemala, Gaza, Israel, Indonesia, Tailandia, India, Sri Lanka, Afganistán, Somalia, Sudan, Ruanda, Sudáfrica, Rusia, Bosnia, Chechenia, Kosovo, Brasil y Estados Unidos. Definió su paso por Ruanda como “el ascensor exprés al infierno”.


                El documental a pesar de su visión demoledora y crítica del mundo nos deja con un final agridulce en el que se entrelazan las sensaciones de dolor, impotencia y tristeza del espectador al ver que la crueldad y miseria humana no tienen límites con el sentimiento esperanzador de que un día cambiarán las cosas. Natchwey se consuela con el hecho de que  al retratar estos aspectos de la vida, que para algunos  son desconocidos o muy lejanos, consigue dar voz a todas esas miles de personas totalmente mudas en la sociedad capitalista.

No hay comentarios:

Publicar un comentario